Hace unas dos semanas, justo antes de estas largas vacaciones valencianas, Hugo me dice al llegar a clase:
- Me han robado casi toda la colección de cromos de Pokemon.
- ¿Qué ha pasado?
- Ayer cuando llegué a casa, no estaban en la mochila. Me los han robado.
- Bueno, no te los han robado, los habrán cogido.
Efectivamente, Hugo trae a clase un fajo de cartas y Pau también. Intercambian y juegan con ellas todo el día, todos lo vemos. Así que nos ponemos a la faena de buscar las cartas.
Pasamos a la clase de 1º, los monstruos:
- ¿Alguno habéis visto la colección de cartas de Hugo? ¿Alguien la ha cogido para algo?
Todos nos miran con cara de poker. Conocen los famosos cromos pero nadie los ha cogido. Aquí no hay nada.
Seguimos, entramos en 5º y repetimos la pregunta. Hugo habla con un hilillo de voz y yo le hago de intérprete. Ahí sí, ahí varios levantan la mano para decirnos que conocen las cartas pero que no las tienen; algunos. Uno de ellos dice que vio la mochila tirada por el suelo y abierta y cogió cartas.
- Las tengo aquí, ahora te las doy.
Se levantó y le devolvió unas 65 cartas. Tendríais que haber visto la cara de Hugo, no había rencor había agradecimiento, felicidad por el bien repuesto. A continuación se levantó otro niño y dijo, yo también tengo algunas pero no las tengo aquí.
Dimos las gracias al grupo por su atención y salimos al pasillo Hugo, los dos niños de 5º, su tutora y yo, para hablar en privado. Ellos pidieron disculpas a Hugo y le prometieron no volver a cogerlas sin su permiso.
La cosa no acabó ahí. Para Hugo si. Volvió a clase diez minutos después, radiante, y dijo a todos que todo estaba resuelto.
Los niños de 5º implicados tuvieron su charla con su tutora y escribieron, cada uno, una carta con un dibujo para Hugo. El que no llevaba los cromos encima, llamó a su casa para que la madre se los trajera cuando viniera a recogerle. Devolvió a Hugo los cromos que había cogido de su mochila y, además, los suyos, por lo que entiendo que la madre también se implicó en el asunto con la reflexión correspondiente.
Hugo vino a contármelo, felíz otra vez.
Pero la historia continua. Al día siguiente, uno de los dos de 5º trajo a Hugo una pizza grande de chocolate para que la repartiera con sus amigos. Él mismo fue invitado. Ese mismo día, Hugo llegó a clase con unos paquetes de cromos para ellos dos, "para que también ellos tengan su colección de cartas".
Tenía ganas de contar ésta anécdota para proponer una reflexión en cuanto a la culpa. Si convertimos al otro en ladrón, no hay salida, el matiz es importante y la palabra mágica, empatía. Pueden cambiar las tornas y encontrarnos un día del otro lado. Mirar para aprender, no para juzgar. Os puedo asegurar que ahora hay tres niños que se aprecian y se conocen más que antes, porque han dedicado su tiempo a pensar en el otro y que han aprendido lo mismo en el mismo acto, desde ambos lados. Eso es para toda la vida.
La participación de las familias ha sido necesaria para el desenlace tan enriquecedor de esta historia.
"Todo proyecto educativo orientado a la mejora de la convivencia se ha de preocupar por crear un clima escolar apropiado que contribuya a construir un centro seguro, educativo, que proporcione a sus miembros un sentido de pertenencia, les acoja y les apoye."
"Un adecuado enfoque del conflicto supone atender a los valores fundamentales de ciudadanía, respeto, justicia y solidaridad."
(Educar para la convivencia en centros docentes. Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha Consejería de Educación y Ciencia)