El solsticio de invierno es el día más corto seguido
de la noche más larga, un acontecimiento único en todo el año que marca el
instante en que la Tierra se encuentra más lejos del Sol.
Es el primer día del invierno y, simbólicamente,
anuncia el renacimiento del día ya que a partir de ahora los días se irán
alargando y las noches se irán acortando, hasta el equinoccio de primavera,
cuando el día es más largo que la noche.
Lejos de temer por la llegada del
último día, los duendes hemos celebrado este acontecimiento, que la cultura
tradicional maya marca como el último día de un largo periodo de más de 25.000
años, de la mano de Narciso.
Fue una sesión llena
de símbolos, impregnada de algo de magia donde vivimos la comunión con la
naturaleza a ritmo de música y cantos. No faltó el agua, la luz y los tesoros
de cada cual como testigos de la reunión. Como Narciso vive con Nico y su
hermano Mauro, de la clase de los cocodrilos (P4), los invitamos a esta
ceremonia tan especial.
Los duendes tuvimos
una sesión preparatoria dos días antes en la que Narciso nos pidió algunas
cosas:
Un cinta para la
cabeza, preferiblemente roja.
Ropa blanca o clara.
Instrumentos para
hacer música.
Objetos personales,
dibujos, deseos…
Las velas que pusimos
alrededor del altar son las que nos trajeron los duendes al final del curso
pasado.
Los días previos
estuvimos cosiendo duendes y hadas, cada un@ el suyo, para llevarlos a la
ceremonia. Luego los colgamos en “el bosque de los árboles dorados”.
Fue una tarde
especial y, seguramente, una experiencia emocional inolvidable.
Gracias a Narciso por
dirigirla y gracias también a tod@s los que quisisteis compartirla con nosotr@s.
Sin palabras, sencillamente maravilloso .
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